El abanico de herramientas diagnósticas disponibles en la actualidad ha mejorado indudablemente las posibilidades de registro de los hallazgos patológicos orgánicos. Por tanto, una terapia de prueba sin el correspondiente diagnóstico previo parece obsoleta; priva al paciente de la posibilidad de una terapia orientada a la causa de sus dolencias. Dado que hasta el 50 % de los varones adultos pueden experimentar disfunciones eréctiles transitorias a lo largo de su vida, la exclusión de hallazgos orgánico-patológicos también parece ser importante para el paciente individual, parcialmente alterado. Por otra parte, la abundancia de posibilidades diagnósticas no debe pretender ver en todos sus detalles la complejidad del mecanismo eréctil.
El esclarecimiento clínico discreto con la inclusión de todas las posibilidades diagnósticas solo puede dar lugar, en última instancia, al hallazgo de un sustrato orgánico-patológico indetectable, por lo que quedará un espacio libre de incertidumbre diagnóstica no exactamente delimitable y una valoración definitiva solo será posible sobre la base de análisis de curso. La relevancia de los parámetros de examen patológico detectados no siempre puede evaluarse en casos individuales. La velocidad de medición patológica en una arteria profunda o la estenosis vascular comprobada angiográficamente sugieren naturalmente que el paciente padece un trastorno circulatorio arterial de los vasos del pene como causa de su disfunción eréctil quejumbrosa.
Pero, ¿cómo se evalúa esto retrospectivamente cuando el mismo paciente, visto seis meses después, informa de una recuperación espontánea de su función eréctil? Los límites de la comprensión del mecanismo eréctil y la coincidencia de factores orgánicos y psicógenos exigen cierta cautela en la interpretación de los hallazgos para no parecer dudoso como examinador y terapeuta. Sin embargo, esto no pone en duda en absoluto el valor de la aclaración diagnóstica, ya que los límites del diagnóstico y la terapia son un problema cotidiano y demasiado conocido de la medicina en su conjunto.
Los diagnósticos avanzados suelen reservarse a centros especiales. Las indicaciones para una mayor clarificación son las incertidumbres tras la realización de los diagnósticos básicos, las opciones terapéuticas especiales como las operaciones de revascularización, así como las preguntas de opinión de los expertos. Además de la ecografía dúplex, que no se utiliza ampliamente debido al factor coste, la angiografía invasiva del pene puede utilizarse para obtener información adicional sobre la irrigación arterial del cuerpo cavernoso.
La resonancia magnética con gadolinio se encuentra actualmente en fase experimental para la evaluación de la perfusión arterial de los cuerpos cavernosos. La medición videourodinámica puede aportar pruebas de neuropatía autonómica como posible causa de disfunción eréctil. La derivación directa de potenciales eléctricos del cuerpo cavernoso (SPACE) se está debatiendo actualmente como método de examen para detectar neuropatías y miopatías penianas.
Las mediciones de la tumescencia nocturna siguen siendo importantes en el ámbito de la opinión de expertos, en el que deben tenerse en cuenta las interpretaciones erróneas. La pletismografía peneana y la gammagrafía peneana son actualmente irrelevantes para el esclarecimiento de la disfunción eréctil.
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